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“Me falta tanto que aprender y que estudiar, que no me bastaría la vida”

 

Fragmento de entrevista a María del Rosario Molina

 

Ya habíamos cruzado palabra antes. Únicamente un par de veces. Nunca conversamos de nada de lo que uno habla comúnmente con la abuela de una amiga, pero María del Rosario Molina tiene algo que no tienen muchas abuelas que conozco, si no es que ninguna. Ya había escuchado de boca de otros guatemaltecos lo maravillosa que es, ¡y si bien es cierto! María del Rosario tiene una chispa que no se ve muy a menudo en las personas. Es una mujer culta, estudiada, capaz, independiente y muy sabia. Lo digo yo, lo dice su familia y lo dicen muchos guatemaltecos.

 

Por primera vez tenía la oportunidad de sentarme a conversar con ella frente a frente. Llegué a la hora del postre a un restaurante en el que se encontraba con su única hija, Rosario. Es un restaurante al que acuden seguido y en familia. Esta vez estaban solo ellas, cada una con una copa de vino ya vacía. Pidieron al mesero una carta para mí. Rosario se adelantó a pedir una copa de vino tinto; cualquiera que no fuera un merlot. María del Rosario pidió un licor de menta.

 

Yo quería, originalmente, hacer la entrevista a ambas, pero Rosario prefirió que solo la hiciera a su madre y María del Rosario accedió. Llevaba algunas preguntas pre elaboradas, y después de que terminé con estas, la conversación fluyó. Imposible que no fuera así, nadie puede sentarse con María del Rosario Molina y concluir un tema en 20 minutos. Y aunque se pudiera, no imagino a nadie que quisiera hacerlo. Con un jazz de fondo y su licor de menta a medias, mientras movía los hielos con la pajilla, María del Rosario escuchó con atención mis preguntas y dialogamos ampliamente de diversos temas.

 

Rosario, con atención, rotaba de lado a lado su cabeza; como quien sigue la pelota con la vista, mientras ve un partido de tenis. Participaba por momentos y lo hacía de la misma manera sutil con la que su madre conversa.

 

De tal palo, tal astilla; dirían.

 

 

Irene: En un ámbito muy general, ¿qué le preocupa? ¿Qué le preocupa de la sociedad actual y de nuestra Guatemala?

 

Ma. Del Rosario: Qué no me preocupa, querida. (ríe) Me preocupa todo. Me preocupa en primer lugar la situación de seguridad, el crimen organizado, el narcotráfico, etcétera; que está causando que seamos uno de los países más violentos del mundo. Luego me preocupa la situación económica que estamos viviendo. Una crisis que verdaderamente no es solo nuestra. Es una crisis mundial provocada fuera de aquí, pero que nosotros, hasta cierto punto, sufrimos. Aunque menos que otros países más grandes que se ven involucrados mayormente. Y ahora tenemos otra preocupación también, que ha sido la baja del café y la roya y toda esta cuestión que, desde luego, significa que disminuya la tributación y el ingreso para el Gobierno y el país en general.

 

Irene: ¿Qué cree usted que a Guatemala le sobra? Algo de lo que Guatemala tiene mucho que podría explotar y no lo hace.

 

Ma. Del Rosario: Mirá, que le sobra, le sobra una cantidad de gente. Cada familia rural (no me refiero a la capital ni a las áreas urbanas) tiene ocho o diez hijos y eso o se para o va a llegar un tiempo en el que verdaderamente no va a haber que comer. Ahora, acerca de tu segunda pregunta, es un tema un poco polémico. Hay mucha minería y se debería de explotar pero no como se está dando, no regalándola. Porque verdaderamente las regalías para Guatemala son un regalo. Debería de explotarse la minería pero debería de explotarse con un alto porcentaje de ganancia para Guatemala, el cual debería dividirse entre el Gobierno y los lugares en donde está siendo explotada la minería.

 

Irene: ¿Qué necesita Guatemala? Desde su punto de vista, ¿qué le hace falta al país?

 

Ma. Del Rosario: Educación y salud.

 

Irene: Usted es una persona, por lo que he escuchado, muy apegada a su familia. ¿Qué significa su familia para usted?

 

Ma. Del Rosario: (rápidamente) Lo más. Antes que los estudios, a pesar de que amo los estudios. Antes que todo, mi familia.

 

Irene: Tuve la oportunidad de leer algunos poemas que usted escribió, uno de ellos a su hijo Roberto Martín. ¿Es común que usted escriba a sus hijos? ¿Son para usted una fuente de inspiración?

 

Ma. Del Rosario: Parcialmente. Tengo de todo. Tengo muchos poemas a la muerte. A la pregunta de qué es la muerte; me intriga mucho la muerte.

 

Irene: Me imagino que escribir una columna puede atraer tanto comentarios positivos como negativos. ¿Se ha topado usted con alguna persona que no comparte su punto de vista? ¿Cómo lo maneja?

 

Ma. Del Rosario: ¡Sí, claro! Alguna vez ha habido quien me ha dicho “no, esto no es así” o me ha insultado de una buena vez (ríe). Al que no está de acuerdo, pues, le haces ver el porqué de tus razones y más o menos lo convences. Ahora, al que te insulta directamente, lo ignoras.

 

Irene: Acerca de sus columnas, escribe usted mucho acerca de la ortografía, redacción y gramática, aunque también se basa en otros temas. ¿Cómo se inspira usted para escribir sus columnas de los miércoles?

 

Ma. Del Rosario: A veces me nacen y a veces tengo que escarbar para ver de qué escribo, pero siempre me nace algo. Tengo 20 años de estarla escribiendo. Generalmente ya tengo un tema premeditado, sobre todo si es cuestión de idioma.

 

Irene: ¿Cómo comenzó usted en Prensa Libre?

 

Ma. Del Rosario: Bueno, habían escrito con un significado equivocado una palabra y le mandé a María del Carmen Pellecer, que era la encargada de culturales, una nota que decía que la palabra estaba mal usada por tal y tal razón. La leyó su mamá, que también trabajaba ese segmento, les gustó y la publicaron. Después de eso me llamaron para que semanalmente escribiera la columna.

 

Rosario: Pero antes de eso ya escribías en el sector literario en la prensa.

 

Ma. Del Rosario: ¡Ah, sí! Tuve dos años de página literaria en la prensa. Pero propiamente la columna de idioma de hace 20 años que te digo, surgió a partir de eso. Antes escribía en El Imparcial; en la página literaria.

 

Irene: Entonces ¿vinieron antes sus poemas que sus columnas?

 

Ma. Del Rosario: Sí, los poemas los comencé a escribir a los 10 años.

 

Irene: Y, ¿publicó alguna vez uno de esos de cuando era niña?

 

Ma. Del Rosario: No, empecé a publicar más o menos a los 16 años. César Brañas de El Imparcial me los publicaba. César fue siempre una persona que abrió sus páginas para los principiantes, por llamarles así. Entonces él siempre incluía mi poesía.

 

Irene: Aparte de sus columnas y poemas, ¿qué más escribe?

 

Ma. Del Rosario: Aparte de las columnas yo tengo escrita y publicada una novela. Presentada en sociedad no está, pero sí publicada desde el 2008. Tengo escritos 24 cuentos reunidos en un libro de cuentos cortos y cuentos largos. (Largos entre comillas). Tengo mi libro de poesías y aparte, pues la recopilación de 500 de mis artículos, que es mi libro de Horrores Idiomáticos. Tengo cuatro libros publicados y pendiente de publicar un quinto.

 

Irene: ¿Y con este nuevo libro si habrá presentación a la sociedad?

 

Ma. del Rosario: Sí, esta vez sí. Pero con este libro, ¿cómo te podría decir? La novela es… (piensa), es un tanto libre. Es feminista, es una denuncia contra lo que hacen aquí con las mujeres.

 

Irene: ¿Cómo se titula?

 

Ma. Del Rosario: Amapola, córtate la trenza.

 

Irene: Cuándo usted escribe, ¿hay alguna persona encargada de revisar sus textos o confía en su criterio?

 

Ma. Del Rosario: Yo pido a la persona que lo está editando que me de a revisar mis textos, y a pesar de eso, a veces meten las patas.

 

Fotografía: Crónica

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