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“Me gusta hacer lo que me divierte”

 

Pedro Trujillo es un personaje que nunca se queda con la boca callada y no tiene miedo a decir lo que piensa. Padre de familia, catedrático y director de la Carrera de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en la Universidad Francisco Marroquín, periodista  y conductor de televisión, tiene aún tiempo para disfrutar de las pequeñas cosas de la vida y hacer lo que más le gusta. 

 

Nacido en Córdoba, España, realizó sus estudios en Ciencias Políticas y luego sacó una maestría en Relaciones Internacionales en Zaragoza y Toledo. En 1998 visitó Guatemala por un proyecto de UNICEF y fue en el año 2000 que dio un giro a su vida cuando, enamorado del país de la eterna primavera, decidió mudarse.

 

La mayor parte de su tiempo la invierte en la enseñanza y otra parte sustancial al periodismo y la vida pública. Crea argumentos que considera adecuados aportando algo a la problemática del país.

 

 

¿Qué es lo que más le gusta de Guatemala?

 

Creo que Guatemala tiene en un corto espacio, es decir es un país pequeño, una multidiversidad de cuestiones muy atractivas. En cuestión de personas hay una diversidad étnica cultural. Hay paisajes diferentes cada veinte kilómetros. La cuestión climática es increíble ya que tiene un clima encantador, sin embargo a varios kilómetros hay mucha diferencia. Sobre todo es un país de oportunidades, uno puede desarrollar ideas, puede discutirlas o encuentra espacios de desarrollo mucho más que en otros países que están más cerrados a todas estas cuestiones, España incluido.

 

¿Por qué decidió estudiar Ciencias Políticas y luego sacar una maestría en Relaciones Internacionales?

 

También realicé un doctorado en Ciencias Políticas. Me motivó fundamentalmente la curiosidad por los temas internacionales. Creo que hay gente a la que le gusta estudiar cuestiones más estáticas, qué sé yo, la física y las matemáticas. Hay gente a la que le gusta el arte y se distrae con eso, pero como a mí no me gusta nada de eso, vi en que área estaba más a gusto y era la de Relaciones Internacionales porque ahí es en donde se entiende el mundo, porque la gente actúa como actúa, porque las dinámicas sociales van como van, porque la humanidad avanza o retrocede, etc. Como esto me gustaba, ahí metí la cabeza y ahí me divierto. No hay más razón que divertirme con lo que hago. Trabajar para sufrir siempre hay tiempo.

 

¿Cómo llegó a formar parte de la Carrera de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Francisco Marroquín?

 

Estudié Relaciones Internacionales y estaba dando clases en la Landívar en la Facultad de Ciencias Políticas. Entonces la decana de la Marroquín me llamó y me preguntó si podía dar un curso para sustituir a una persona, y por supuesto que acepté. Di el curso y me pidió que diera otro que consistía sustancialmente en generar una dinámica de entusiasmo entre la gente joven que estudiaba esto y le dije que estaba encantado. Estando en esas me propuso quedarme en la dirección, y me sorprendió e interesó mucho la propuesta. Sin más vueltas me vine y aquí estoy. Fue más que todo, sonrisa de la suerte o estar en el lugar adecuado en el momento oportuno.

 

¿Cómo es un día normal en la vida de Pedro Trujillo?

 

Pues un día normal, me levanto temprano como a las 6:00 o un poquitín antes. A veces llevo a mis hijos al colegio, a veces no, depende del día y como nos coordinemos con mi esposa. Si los llevo, después de llevarlos, me vengo a la universidad a las 8:00 o a las 8:15 pero hay días que llego a las 7:00, como hoy. Todo depende del día. Luego, normalmente, dirijo la Facultad pero tengo dos clases al día. Cuando no estoy dando clases pues hay un montón de exámenes y trabajos que corregir. Después están las cuestiones de la facultad, los alumnos, los cursos, el presupuesto, quién viene y quién va, las entrevistas, las recepciones, los compromisos y todas esas cuestiones.

 

¿Cómo hago con la televisión? Es muy sencillo, lo hago en tiempo de almuerzo, grabo el programa de A solas y los programas informativos, como son a las 8:45pm, cuando ya he salido de aquí me voy directamente. A veces leo, siempre leo, pero a veces en esos intervalos. Luego las cosas cotidianas de contestar correos, llamadas telefónicas y demás. Lo que intento es no hacer nada que no me gusta. Si no me gusta lo desecho directamente. No me gustan las recepciones de embajadas, los vinos de honor, los discursos protocolarios, los odio, no me gustan. Entonces me gusta hacer lo que me divierte. ¿En qué me divierto? Depende mucho, a veces con los amigos, a veces charlando, tomando un café, a veces trabajando. Intento hacer lo que me divierte. Fundamentalmente eso es mi objetivo en el día.

 

¿Qué lo motivó a convertirse en periodista?

 

Eso fue pura casualidad. Lo primero fue que me hicieron una entrevista en Prensa Libre. De ahí me vio un señor que hacía un programa de televisión y me llamó, Dionisio Gutiérrez, a Libre Encuentro. Luego me llamó Alfred Kaltschmitt al programa que hacía Este Oeste. Luego me llamaron a una radio. Sentado eso, aquello empezó a complicarse de manera que ya te llamaban demasiado. Como te llamaban demasiado de ahí me invitaron a escribir en prensa, a hacer un programa fijo etc. y etc. Como que fue una suerte y coincidencia que resultó ser éxito. Nunca había probado, bueno, había escrito en algunas empresas en España y había salido en un programa de televisión pero digamos que no era lo mío. Funcionó, no sé por qué.

 

Entonces como funcionó, uno descubre que ahí está cómodo y otros descubren que uno puede estar ahí haciendo algo interesante. Coincidieron esas dos cosas y ahí estoy. Lo hago evidentemente pues cuando uno tiene que presentarse tiene que tener sus escritos para basarse en ellos. Como hoy que tengo un programa tengo que ir preparado con números y tal. Eso ya es lo que cada uno haga para hacerlo mejor, pero el hecho de hacerlo fue pura casualidad. Tal y como lo acabo de contar.

 

¿Cómo cree usted que es el periodismo en Guatemala?

 

Existen dos tipos de periodismo, el interior y el capitalino. El interior es un periodismo más artesanal, menos estructurado sobre la base de medios y es un periodismo más riesgoso. El periodismo capitalino es un poquito más profesional porque hay más escuelas de formación aquí. Es un periodismo más estructurado, hay más medios o casi todos los medios están aquí. Es un periodismo de mejor calidad por cuestiones de que el interior es distinto a la capital. En el interior el periodismo es más riesgoso. Creo que vamos ganando en calidad periodística. Hasta hace 5 años, el periodismo era puramente artesanal. Alguien agarraba un micrófono, se iba a la calle y luego  por las mañanas en un rato libre sacaba un certificado y decía que era periodista. Hoy el periodismo es más técnico y universitario. Hay gente que estudia periodismo, hay mucha gente joven dedicada a esto, que controla los medios técnicos, como la web, cosa que los viejos ni idea y que le están dando una dinámica totalmente distinta. Creo que vamos en la buena línea.

 

No es la línea perfecta, todavía falta. ¿Estamos a la altura de los grandes países? No, todavía falta, creo que vamos en buen camino y en buena dirección. Lo que creo es que hay que practicar ética, valores y trabajar. A lo mejor si vemos el periodismo hace un tiempo atrás y vemos la actualidad nos sorprendemos de lo que hemos hecho.

 

¿Qué le diría a una persona que quiere incursionarse en el periodismo? ¿Cómo lo motivaría?


En el periodismo hay que divertirse, como en cualquier trabajo. El periodismo tiene que quitar el sueño, como cualquier profesión. Está uno durmiendo y el cerebro tiene que estar pensando. Se tiene que tener claro qué se quiere hacer. El periodismo, como cualquier profesión, tiene una deontología, es decir tiene valores y características, hay que ser ético, dedicado, prudente. Si uno tiene claro lo que quiere hacer, no hay ningún límite. Si uno es entusiasta, es técnicamente preocupado y si sabe lo que quiere hacer, el periodismo puede ser el mejor trampolín o vehículo para alguien para toda la vida.

 

¿Qué le gusta hacer en su tiempo libre?

 

Siempre tengo tiempo libre, es decir, todo mi tiempo es libre. Creo que es un error hablar de tiempo libre. Cuando una habla de tiempo libre quiere decir que lo demás esta involuntariamente ocupado. Yo estoy libre de lo que no quiero hacer, por eso mi tiempo libre es desde que me levanto. Es como mi hora de almuerzo, no existe, no tengo hora de almuerzo. Puedo almorzar en diez minutos o si no he almorzado puedo esperar hasta 8 horas. Si no, uno no es libre. Mi tiempo libre empieza desde que me levanto. ¿Qué hago en mi tiempo libre? De todo. ¿Qué hago en el tiempo en el que no estoy en la universidad? A lo mejor leo, o me siento a no hacer nada, chequeo programas de televisión, veo Animal Planet o Discovery Channel que me encantan y me relajo viendo maravillas de animales y de paisajes. También me voy a pasear o me voy a tomar un café y ver pasar gente, me gusta mucho observar. Esas son las cosas que yo hago, cosas inútiles, absolutamente inútiles. Hay gente que colecciona sellos, figuras y esas cosas, yo no hago nada de eso. No pierdo el tiempo, sino lo utilizo en cosas que me relajan.

 

¿Qué experiencia de la vida lo definió como Pedro Trujillo?

 

Desde chiquito quizás tuve las cosas claras. Éramos cinco hermanos, yo era el mayor. Mi papá no tenía mucho, entonces como que entendí que tenía que hacer mi propia vida. Mi casa no daba mucho, no daba para todo. Nunca tuve carro, bici, ni tele, ni cosas de esas. Iba al colegio cuatro veces al día, corría y regresaba. Siempre pensé “yo tengo que ser yo.” A los 17 años me fui de casa con permiso, es decir, me gradúe. Intente ser una carga lo menos posible. Siempre he pensado que uno tiene que ser uno mismo, nada más. No tienes el derecho de exigirles a tus papás nada más de lo que te han dado ni ellos tienen la obligación de proporcionártelo. Cuando eres el mayor de cinco hermanos, evidentemente llega un punto en el que tus papás se enfocan en los otros. Tú ya no eres importante porque evidentemente es más importante el más débil, el más chiquito. Lo he tenido muy claro. Yo me fui, hice mi vida, gané mi dinero e intenté ser para mis papás una carga cero. Me salvé, siempre he pensado que tengo que ser yo mismo, nada más.

 

No puedo depender de nadie. Uno no debe depender de nadie. Cuando ya sea viejito buscaré que hago para que mis hijos no me tengan que cuidar y puedan tener su vida. Me quieren invitar un ratito yo voy. Ellos que tengan su vida y yo la mía, no hay ningún problema. Uno no puede pensar en nada más que no sea la idea de que uno es responsable de sí mismo. Si se tiene eso claro uno ejerce la responsabilidad de lo que uno hace de sí mismo. Yo soy yo, yo me recomiendo a mí mismo, me hago yo y nada más. Luego ser voluntarioso, animado y atrevido, no decir nunca no, siempre hay que decir que sí. Hay que ser agradecido y todas esas cuestiones y así la vida te lo premia. Claro, a lo mejor no te lo premia con 20, te lo premia con 50, depende de la capacidad que uno tenga. Si crees que con 20 te lo mereces todo, estás mal. Si crees que a largo plazo todo te va a salir mejor creo que vas bien. Yo pensé así, intento no quejarme de casi nada, porque no voy a mentir que no protesto de ciertas cosas, pero intento ser agradecido con casi todo. De ese término no me muevo y voy muy bien.

 

 

 

Fotografía: Canal Antigua

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